Escrita por Orlando Vergés Martínez, Director de la Casa del Caribe
Cuando me disponía a escribir estas breves palabras, la cifra de personas contagiadas en el mundo por el nuevo coronavirus sobrepasaba los 8 millones, y más de 400 mil habían fallecido. Pese a que la humanidad día tras día registra cifras superiores y alarmantes de muertes y desgracias humanas de todo tipo, las generaciones que hoy convivimos en el planeta, no habíamos experimentado cosa similar. Una pesadilla esta enorme concentración del infortunio.
Los que llevamos años involucrados en la realización del Festival del Caribe, creíamos firmemente que esta noble acción de juntar a tantas expresiones de la cultura popular en la ciudad más caribeña de Cuba, podía superar cualquier obstáculo.
En 39 ediciones ininterrumpidas, la Fiesta del Fuego se sobrepuso a incomprensiones, a catástrofes climatológicas, al golpe de estado contra el gobierno del presidente Manuel Zelaya en Honduras, al duro periodo especial de los 90, a bloqueos, a la epidemia H1N1, a las muertes de Ramiro Herrero y de Rogelio Meneses, a quienes aún debemos el diseño artístico del evento, y del poeta Jesús Cos Causse, de Vicente Portuondo y de otros líderes portadores esenciales, a la muerte irreparable de Joel James, su principal guía y promotor, y de Manuel Ruiz Vila, quien fuera su salvador en no pocas oportunidades. El Festival daba la sensación de una voluntad infinita, y cada edición de aniversario cerrado era como un jalonazo a favor de la cultura popular y las tradiciones de los pueblos del Caribe. Orgullo del Caribe, de Cuba y de esta ciudad que lo acuna y amamanta todos los días.
La celebración de la 40 edición continuada del Festival del Caribe era una meta a la que aspirábamos muchos. Todos los que creemos en el Fuego del Festival —los líderes y grupos portadores, los fundadores vivos y hasta los jóvenes que pudieron haberse incorporado en su última edición atraídos por su profundidad como hecho de la cultura—, tal y como me ocurrió en 1992, nos disponíamos a abrazar los 40 como si estuviéramos desde el principio.
En estos largos meses de cuarentena y aislamiento hemos recibido el apoyo de mucha gente trocado en ánimo colectivo y entusiasta. No han parado las llamadas desde cualquier rincón del país preguntando por el Festival y en muchas de ellas pude intuir el tono esperanzador por la posible realización del evento. Algunos de nuestros coordinadores fuera de Cuba, como son los casos de Milagros Rivera, en Puerto Rico, Hugo González (Pocho), en Argentina y Viky James desde México y Estados Unidos, esperaron hasta el último momento para desmovilizar las delegaciones y los grupos con los que ya venían trabajando como de costumbre.
La experiencia nos hizo suponer tempranamente la imposibilidad de realizar tan ansiada edición ante las consecuencias de la pandemia, al tiempo que pudimos madurar colectivamente la idea de posponer la celebración del 40 Festival para su fecha habitual pero de 2021, no sin antes hacer esta Jornada Homenaje que iniciamos hoy, como para no dejar pasar por alto la entrega de quienes nos precedieron y el profundo respeto que este evento profesa por su esencia: los grupos portadores de Cuba y las expresiones de la cultura de los pueblos del Caribe.
Ya pudimos reconfirmar que Belice acepta trasladar la dedicatoria para el próximo año, de igual modo, la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), ratifica que los 40 años de los Estudios Siboney merecen celebración por lo alto, y no privar a los santiagueros y a los cubanos de reconocer aquel momento proteico fundacional del comandante Juan Almeida Bosque, santiaguero por adopción. Nosotros —en Casa del Caribe— sumaremos desde ahora el inicio de una jornada por los 40 años de la institución, fundada el 23 de junio de 1982, un año después del primer Festival de las Artes Escénicas de Origen Caribeño. Mientras esperamos ansiosos los días del 3 al 9 de julio de 2021 remontaremos ya la empinada cuesta que supondrá celebrar la 40 edición del evento, seguros de que la Fiesta del Fuego tendrá que ser sobredimensionada y diferente para conseguir contribuir al restablecimiento de la circulación cultural en el área, inexorablemente dañada por los efectos de la pandemia.
Hubiese sido desleal y hasta perverso el haber celebrado las cuatro décadas en las circunstancias actuales, de igual modo dejar pasar por alto tan significativo momento en el que se involucraron tantas voluntades y energías. Como para que no se extinga el fuego, esta vez las Redes Sociales y los medios de prensa del país serán los escenarios para la necesaria evocación y las plataformas para convocar a una participación comprometida en julio de 2021.
Gracias. Escrita en la segunda quincena de junio de 2020, saliendo felizmente de los peores momentos de la pandemia en Cuba.